El síndrome del conductor agresivo no es un simple problema de estrés al volante. Cuando la ira o la frustración nos invaden durante nuestros viajes por carretera el riesgo de sufrir un accidente de tráfico se multiplica. Y por supuesto, eso supone un peligro para el resto de los conductores y los peatones que se crucen en nuestro camino.
Como es lógico, si te encuentras con un conductor agresivo lo mejor que puedes hacer es alejarte de él y no responder a sus provocaciones ni efectuar maniobras precipitadas. Perder los nervios es perfectamente normal pero debes procurar mantener la cabeza fría y conducir de forma responsable en todo momento.
¿Pero qué pasa si somos nosotros los que mostramos altos niveles de irritación? El primer paso para dejar de ser un conductor agresivo es admitir que tenemos ciertos malos hábitos que hay que corregir.
¿Los atascos te sacan de tus casillas? ¿Siempre vas con prisa cuándo coges el coche? ¿Sueles dar frenazos y no guardas debidamente la distancia de seguridad? ¿Crees que tu habilidad como conductor es superior a la de los demás? ¿Piensas que puedes saltarte las normas de tráfico sin que te pase nada?
Estas actitudes son las propias de una persona con el síndrome del conductor agresivo. Ojo, a todos se nos agota la paciencia de vez en cuando pero si alterarse es la norma y no una excepción hay que ser conscientes de que algo falla.
Una característica que comparten los conductores agresivos es que subestiman el impacto de sus acciones sobre lo que ocurre en carretera. Cuando las emociones nos dominan es más fácil cometer errores que pueden desembocar en accidentes de tráfico de diversa gravedad, desde colisiones con daños materiales hasta siniestros con heridos.
En definitiva, la agresividad no es buena compañera de viaje. Hay ocasiones en los que nuestros problemas personales nos superan y llevamos ese estado de ánimo alterado con nosotros al subir al coche.
Es esencial tener presente que los vehículos pueden alcanzar altas velocidades y que por muy bueno que sea el estado de la carretera no estamos a salvo de los percances en la carretera.
Respetar las normas de la DGT y mantener la calma ante situaciones imprevistas o que no nos gustan son los principios básicos que nos ayudarán a disfrutar de nuestros desplazamientos en coche sin sobresaltos. ¡No permitas que el síndrome del conductor agresivo pueda contigo!